En qué nos parecemos


A los desterrados nos mueve un impulso diferente, un aire, un viento, un temblor en las rodillas, una urgencia por huir, por olvidarnos del tiempo, olvidar dónde nacimos, para nacer de nuevo. En qué nos parecemos, dices. En qué nos parecemos. Tú silencio, yo soltando una risa, de repente. A veces te llevo conmigo, habitas en la yema de mis dedos, suavemente, ahí retengo tu olor, tu calor blanco. Sin embargo, los que somos desterrados, no acumulamos recuerdos. A mi me basta, por ejemplo, con permanecer frente a tus ojos más de tres segundos. Tres, sólo tres. Luego volver a la vida, a este rinconcito en el que decidí quedarme a pasar el invierno.

4 comentarios:

Beauséant dijo...

la vida es un poco buscar rincones donde esconderse, ¿no?

Pamela Bram dijo...

Quedarse no es como esconderse...

Anónimo dijo...

"en la yema de mis dedos," que frase tan bonita :)

Vania Varetto dijo...

Es cierto, quedarse no es lo mismo que esconderse. Y quizás hasta hace un tiempo compartía contigo el destierro, la fugacidad, la acumulación de experiencias, la vida como un viaje sin mapas.

Eso fue hasta antes de haber encontrado donde quería quedarme, hasta antes de haber sido alejada de ese lugar. Ahora sólo quiero recuperar el impulso, deshacerme de los recuerdos.

Quedarse no es lo mismo esconderse: esconderse es más fácil.
Yo me quedo.