Cronómetro de arena

A la salida del metro, cerca de las escaleras suele haber un código de tiempo. Sabes que debes acabar el viaje, pero se trata de subir los peldaños como si el mundo se esfumara entre una estación y otra, más bien ocurre una introspección a corto plazo y en silencio, siempre en silencio. Avanzas hasta tocar el cemento de la vereda, ves pies y más pies cubriendo el suelo como si en caso de emergencia tanta bulla ayudara en algo a tu corazón medio trizado. Calor y más calor. Has cruzado media ciudad y aún no logras dar con su polera a rayas y en sus manos el último libro que escribió Goethe.
El tiempo... qué manera de arrasar con tu impaciencia, si parece que sólo basta sonreir para fingir estar algo más liviana que en el primer cambio de andén del día. Tal vez se trate de un despojo de esperanza, tal vez sólo sea una manifestación más del minutero sin pilas reviviendo segundos.
Acabas de comprender que encontrar su cuerpo en alguna estación de metro, equivale a una cuestión netamente de ensayo y error. Puede que nunca coincidan o puede que antes del siguiente andén la muchedumbre sepa vuestros nombres, quizás sólo sus gestos.
Entonces llueve y debes volver a casa... el tiempo ha de estallarte en la cabeza. No aprendiste a descifrar sus códigos, mañana sobran los relojes.-

9 comentarios:

eu dijo...

Muy bueno, que manejo de palabras...

Lágrima del Guadiana dijo...

Es difícil no repetir lo que ya te he dicho. Pero es que siempre me dejas muda, en esta ocasión sobre todo por la imagen que acompaña tu escrito...uffffff

Anónimo dijo...

Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?

Pamela Bram dijo...

Que si vale la pena?
Bueno, es una pregunta que también me hago y a veces siento que sí, que todo vale si deseas vivir algo, en este momento eso siento.
Tal vez mañana hayan nuevas alegrías y la noche sea una esperanza.
Tal vez no, pero eso no lo sabemos.

Proserpina dijo...

El cronómetro diario en el metro se hace aún más preciso que en la micro o en la calle, siempre la distancia recorrida entre estación y estación, a 70 kilómetros por hora es más certera que la de una micro o la de los propios pasos arrastrandose por la acera insípida que ha de contener nuestra posible huída a ningún lado...

Vaya, no sé bien cómo llegué aquí, pero me gustó ese nihilismo escondido en nostalgia de tus escritos...
¿Te molesta si te agrego a mis links?
:)

Anónimo dijo...

http://www.metrovias.com.ar/

"El Subte lanza un concurso de Cartas de Amor"

linkeá acá y participá!
sos la ganadora...


abrazo,
ely.-

Pamela Bram dijo...

Nihilismo?
Ganadora?


mis mejores deseos... optimistas

Azul café dijo...

Oh princesa !

Anónimo dijo...

me ha gustado :)