Agosto imposible

Cuando te digo "regálame un gato", no sólo te digo "regálame un gato". También te pido que me hables por largas horas hasta sentir que en algo ronroneas, te pido que estés y que no estés. En definiva, que sepas convencerme de que ahora es tiempo de estar contigo y mañana no se sabe, porque hay tantos tejados para reposar, como cuerpos sobre la arena, una tarde de verano. Te pido igualmente que me quieras y me regales tu calor mientras duermes sobre mi falda. Ah... y que me creas tu dueña, tu bruja, tu mujer que usa tacones para avisarte que camina erca tuyo, que siempre hay una luz curbiéndonos las espaldas. Tengo montones de madejas de lana para regalarte y botones que quedan bien con tus chaquetas.

2 comentarios:

Djuna dijo...

los gatos... dulces y frambuesas para amortiguar las palabras que resuenan en el vacío de un cuerpo con inviernos interminables en las venas.

Azul café dijo...

Volver a esto me hunde.

Siento como
si aquella luz
que brillaba tanto
en la lejanía

se apagase.

De pronto.